Mundo Esmeraldero

La esmeralda pasa de mano en mano, sin "putear la piedra", el que la mira ofrece y entre menos ofrezcan, más vale. El comerciante espera en la plaza, en la quebrada, en la mina, anhela el golpe de suerte del guaquero para conseguir piedras, algo para comprar y pasar a otras manos. Espera poder sacar su lupa, su gramera, mirar la esmeralda y verla brillar con la luz del sol, valorar su color, su pureza, su material y su peso para ofrecer menos de lo que vale y así ganar un poco en el negocio.

En el negocio "hay quienes no les gusta comprar esmeralda, no tienen el ojo afinado o no les gusta apostar plata" (Ruben Bonilla). Ese es el comisionista que gana por la cercanía que tiene con los comerciantes. Él no apuesta, no pierde, solo gana, si vende la piedra gana, si no, la devuelve, la esmeralda para él es prestada y así se rebusca la plata.

Al tallar la esmeralda se completa la cadena. Tras pasar por las manos de los mineros, de los comerciantes, de los comisionistas, la esmeralda llega al taller donde definen su forma, donde aumentan su brillo y su valor. La miran detenidamente a contraluz, observan su material, su brillo, se imaginan una forma que exalte su belleza y luego en un disco que gira a 150 revoluciones por minuto, la definen, la pulen. Dejan la esmeralda lista para un comprador que se deslumbre con su belleza.

El arte impreso detrás de una piedra es tan diverso como los colores de las esmeraldas, por las manos de quien crea y da forma a artesanías muy pedidas por quienes se maravillan con las esmeraldas en figuras representativas, figuras que logran llevar ese pedazo de territorio colombiano que refleja la piedra dentro de la montaña. Para todo el gremio son un orgullo, nuestras artesanas y artesanos.

La carrera cuarta en el centro de la ciudad de Bogotá es el epicentro de las joyerías donde se exponen curiosas y muy bien engastadas esmeraldas. En dijes, anillos o aretes se encuentran expuestas para su uso. El mercado y la comercialización de grandes y pequeñas esmeraldas en joyería se encuentra en el vaivén del centro de la ciudad, extranjeros y nacionales buscan joyas de sus gustos.